Cuando la serpiente de agudas escamas desgarra el pecho desde dentro...
y el trago amargo de una tristeza, gruesa como alquitrán, pasa quemando la garganta...
veo en el espejo la silueta silente de mis demonios, vestidos de fiereza y bestialidad...
vienen por mi en parvada, a alimentarse de mis despojos, atiborrarse con mi alma.
Clamo con plegarias ahogadas a un Dios que no me oye...
me aferro a una fe carente de sentido, porque no hay angeles ni santos que acudan a mi auxilio...
estoy en mi humanidad solo, expuesto a tormentos que me hielan la sangre y devoran mis huesos.
La miseria toma partido en el festin y se lleva toda esperanza...
del suelo ennegrecido y frio no logro levantar mis rodillas vencidas...
me arrastro entre el olvido y la pena de seguir vivo...
pues este tiempo se me hace eterno, mientras van devorando mis carnes...
es una purga intensa por un pecado que no he cometido...
no puedo ahogar mis gritos en el vacío, no hay quien escuche mis gemidos.
Ansío esa libertad sublime del final, esa muerte que abrazaría con fuerza...
para matar a este sufrimiento mio.
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