A ritmo rápido corría sobre las arenas ardientes, amarillas, cambiantes...
de lagarto la vida no es compleja, ni simple, sólo sencilla...
escapando del abrazante sol, seguía un camino sin señales, sin destino...
divisé tu silueta lejana, el tornasol que reflejabas y sin dudar hacia ti enrrumbé...
ya cerca, una hermosa danza comenzó la pareja, de seres tan distintos...
tu figura imponente, de una belleza en mi vida sin igual, me hizo cautivo...
pude ver tu aguijón, y de dentro intuí el peligro, pero nada ocurrió...
de forma ingenua y serena, permanecí todo el tiempo que pude, todo lo que quise...
pero tu naturaleza es severa, el rayo en mi pecho estrelló, mientras el punzante veneno me recorrió...
ácido en las venas, quemábame por dentro, de dolor padecía, yo mismo quería terminar mi vida...
me agazapé entre las piedras, comí de amargas hierbas, de ti me alejé porque temía...
Ha pasado tiempo ya de aquel evento, la cicatriz oculto bajo el pecho y el recuerdo guardo con secreto...
pero recorro las mismas arenas, buscando sin cesar tu encuentro...
para apreciar de nuevo tus líneas contra el viento, danzar de nuevo junto a ti en el tiempo...
ser presa de tu aliento, mirar en tus ojos bellos, sentir el fluir de mi sangre...
¿de que sirve la vida sin el portento de ver de nuevo tu cuerpo?