Sentir tal soledad, que en una conversación conmigo mismo no haya respuesta...
las memorias se deshacen en el viento, como arenas lanzadas al aire...
un ardor vibrante coge camino en los ojos y desciende hasta la barbilla...
y el tomar aire, para luego exhalarlo, es una tarea pesada.
Es así como puede sentirse un día, cuando extraño lo que tuve...
lo que ahora está perdido.
Y miro a mi derredor, un mundo yermo que poco complace a designios míos...
clamo a Dios, quien no responde, porque me siento extraviado en tanto desvarío...
busco fuerzas que no son mías, que den consuelo a mi alma este día...
y repaso cada recuerdo, como si ellos pudiesen traerte conmigo.
Y es que una vez lo tuve todo.
Otra vez lo he perdido.
Y aunque adolorido, por estos golpes certeros del destino...
mi cuerpo pide no acompañarme así, casi dormido...
me miro a mi mismo y con un gentil suspiro...
me digo, sigue adelante, cruza la vida amigo...
porque aunque hiera mucho el haber querido...
siempre valdrá la pena lo que he vivido contigo.
Y quizá mañana, cuando de este episodio ya haya olvido...
encuentre otra alma errante que me acompañe de nuevo...
como tu lo hiciste conmigo.
Al final, siempre habrá historias que me traigan regocijos...
labios ansiosos de mis besos, que se unan a los míos...
unos amores eternos, que se hacen fugaces conmigo.
No quisiera tener que olvidarte, pero eres pasado esquivo...
y hay un presente de luces que no espera por este ser mío.
Mejor me apuro, me visto y comienzo a ser feliz conmigo.
0 comentarios:
Publicar un comentario