Sombría como es ella...
solitaria como se la ve...
sin una sonrisa...
fiel a mi.
Los colores cambian con su presencia...
mis ojos se hinchan de tanto verla...
y ella me quiere, no me abandona...
está allí, esperándome en el peldaño, sola.
Siempre ha estado conmigo...
yo por décadas la he detestado...
y ella fielmente me ha esperado...
porque ella de mi no depende.
Suele arroparme en un abrazo...
que me ahoga hasta quitarme aliento...
sobre todo en estos tiempos...
en que he quedado devastado.
No es fácil vivir con ella...
sintiendo la presión en el pecho...
la garganta ahogada en tanta lágrima...
el desdén de los pasos...
y hasta la perdida del hambre.
Este tiempo de penumbra me ha ayudado...
a aceptarla en mi morada, en mi cama destrozada...
sus berrinches, sus arrebatos...
y sus delgados huesos blancos.
Aunque desate su ira...
melancolía...
sobrellevarla es más grato...
no debo sufrir ya tanto...
somos una sola piel y llanto.
Dejaré la puerta abierta, para que de cuando en vez...
me pueda visitar alegría...
y aceptar que en el alma mía...
tristeza vive mi vida.
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