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Retrato de joven

Caracas, Venezuela

Hombre del campo

Sabana Redonda, Lara, Venezuela

Joven emprendedora

Impact Hub, Caracas, Venezuela

Mujer de Birongo

Birongo, Miranda, Venezuela

Retrato de la risa

Birongo, Miranda, Venezuela

Ser mirada, ser sonrisa

¿Que otra cosa he de ser, que no sea una mirada que te busca?
Cegado por el amanecer que de la oscura noche me ha sacado...
no logro dirigir mis ojos al encuentro...
de una hermosa mujer de cuento.
Tú que habitas en mi anhelo, en mi sueño, en mi esperanza...
la que me quiere bonito, me besa el entrecejo y aprieta mis dedos...
que no esperas nada, y te entregas toda.
Es una certeza extraña el saber que estás allí, sólo que no logro verte...
debo acostumbrar la vista a tanta luz, es que era yo el ausente...
tanto vivir entre sombras y hasta ahora me doy cuenta...
bastaba con abrir los ojos y dejar lamentos viejos.
Este que era llanto, ya no lo es, se vuelve sonrisa...
una cálida muestra de afecto, un desconcierto por ser esto nuevo...
no es la risa destemplada por una aventura de niño...
es una cosa calma, de regocijo y suave temple...
es descubrir que ahora hay paz, y dejar la lucha atrás ...
mi corazón restaurado, sin pasiones ni desenfados...
está todo tranquilo aquí dentro, subiendo a la comisura de los labios...
un viejo sabor a lágrima, que se ha vuelto caricia en la sonrisa...
para después besar tus mejillas, cuando llegues a mi vida.

Mis consejos para un retrato con fines profesionales


La imagen siempre es la puerta de entrada en casi cualquier relación, personal o profesional. Al estar nuestro trabajo estrechamente vinculado a quienes somos, proyectar ese ser nuestro puede resultar importante. 
Entendiendo esto me permito hacer una serie de consejos para quienes deseen hacerse un retrato fotográfico con fines profesionales. Bien sea para una página web, perfiles en redes sociales o una buena impresión para colgar en una pared o escritorio.
Este tipo  de retrato busca proyectar nuestro carácter, mostrar nuestra personalidad y hablar algo de nosotros. Entonces la naturalidad es lo más importante, sentirnos cómodos y seguros. Las poses no se forzan, son el resultado de confiar en quienes somos y como fluimos durante la sesión fotográfica.
Tenemos juicios sobre nuestra imagen personal, nos valoramos y no siempre de forma gentil. Para un retrato personal, que cimente nuestra marca, tenemos que sacar a la superficie de nuestra imagen precisamente lo que nos hace únicos. Y si nos preocupa la belleza, vale la pena comprender que la belleza está en los ojos de quien la mira.
Dicho lo anterior, mi primer consejo es escoger al fotógrafo. Más allá del nombre del artista, lo reconocido de su marca, lo importante es como nos sentimos con él o ella. Un buen fotógrafo no siempre toma excelentes fotografías y alguna vez fue un fotógrafo promedio, así que conversa con fotógrafos antes de contratar alguno.
Ahora mi serie de consejos para el día de la sesión fotográfica:
1.- Duerme plácidamente la noche anterior, no te comprometas con actividades estresantes antes o después de la sesión fotográfica. El día del retrato debe ser un día de disfrute y paz para ti. No uses prendas al dormir que dejen marcas en tu piel por elásticas u otras cosas (brassiers, ropa interior). Aunque no vayas a posar un desnudo, seguramente te sentirás mejor al despertar.
2.- La sencillez al vestir puede ser clave, el protagonista de la foto eres tú y no tu ropa. Tu estilo importa (clásico, rockero, hipster, empresarial, e.o.). Y los accesorios hablan de ti (aretes, piercings, collares, relojes, bolsos y lentes).
3.- Usa prendas sin estampados o lisas, de colores sólidos (no rayas ni colores degradados ni mosaicos), esto para simplificar la selección. Obviamente si trabajas como arlequín o payaso necesitarás obviar este consejo.
4.- Contrasta ligeramente el color de tu piel y cabello con tu ropa. Si eres rubio o rubia, el color azul suele ser una buena escogencia, el verde oscuro y el marrón también van bien. En caso de que seas moreno los colores pasteles pueden resultar. El rojo, blanco y negro también funcionan excelentemente con cabellos y ojos oscuros, piel morena. No combines más de 3 colores en tu vestimenta para la sesión.
5.- Usa ropa interior de color carne, los flashes pueden exponer fuertemente las transparencias o los contrastes de la ropa interior.
6.- Si piensas exponer los hombros en la fotografía (escote de un vestido) no uses esos brassiers de tiras al hombro antes de la sesión, para que no se marque la piel con el tono enrojecido.
7.- En cuanto al maquillaje, no es imprescindible el maquillaje profesional. Un maquillaje ligero, que no sea perceptible en la foto es mi consejo.

No es necesario hacerse de todo un ajuar para la sesión fotográfica, y una buena chaqueta que haga juego puede ser un recurso útil. No descartes los jeans y una camisa blanca, suele ser un recurso que pone énfasis en la personalidad. 
Hidratarse es algo que vale la pena, no sólo ingiriendo agua sino hidratando rostro y cuello, bien sea exponiéndolos al agua o empleando cremas hidratantes.
Y para terminar, esto es una serie de consejos. El que los tomes o no es tu decisión, además parten de mi experiencia particular como fotógrafo y sólo quieren ayudarte a lograr buenos retratos. Si te parecen demasiados o te provocan estrés, simplemente olvídalos y ve a divertirte el día de tu retrato.
Y para que te inspiren buenos retratos, pongo esta serie de enlaces de retratos que me gustan. No son precisamente orientados al branding personal, sólo invitan a ver más allá de lo tradicional en el retrato corporativo, empresarial o profesional.

Arqui.

#subway #wagon #losteques #worstphoto


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Decisiones y acciones

Decidir suele ser un acto en el que cambiamos el curso general de las cosas, los eventos, las relaciones. Solemos decidir entre diversas opciones o caminos posibles. Optamos renunciando a un conjunto de posibilidades en función de otro. Ese tomar posición suele estar influenciado por la interpretación que en favor de una u otra alternativa hemos construido. Y en muchos casos esa interpretación no cuenta con información suficiente o está impregnada de las emociones en las que nos encontrábamos al elaborarla.
Podría pensar que en muchos casos al decidir realmente estamos haciendo una apuesta. Una en la que todas las hipótesis que construimos nos apuntan a un camino en el que creemos ganar y entonces vale la pena optar sin considerar demasiado las consecuencias. El juego nos da ganadores y los beneficios aparentan ser justificativos para los riesgos o pérdidas inmediatas que acarrea el tomar esa opción.
Y he allí el punto de partida para sabotearnos la vida. Pues al construir las hipótesis solemos creer que nuestro punto de vista es el único admitido. No consideramos que existen otras formas de abordar el fenómeno, de interpretarlo. Si además nuestros estados de ánimo son de agobio, confusión, resignación, arrogancia o resentimiento pues el conjunto de premisas sobre las que construimos este juicio de posibilidades puede tener un sesgo tal que nos impida ver otras posibilidades.
Y actuamos en consecuencia. Tomamos una decisión y nos identificamos con ella. Nos recitamos a pie juntillas los juicios que la justifican y pensamos que reconsiderar la decisión, corregirla o mejorarla pues nos pone en entredicho, nos cuestiona el ser. Y somos lo que hacemos.
Entonces nuestro adversario puede ser nuestra propia forma de interpretar el mundo, los juicios que elaboramos para dar sentido a nuestras vidas. Y son tan sólidos como el aire, con la fuerza de la tempestad. Son tan fuertes que los definimos como "verdad". Y ante la verdad pues nada se impone. Tanta verdad como lo fue para la humanidad que la tierra era plana, al punto que seres humanos murieron sólo por atreverse a pensar diferente.
Así actuamos, apegados a nuestra interpretación unívoca. Nos anclamos a ella, aunque las consecuencias que acarreen sean de peso considerable. Nuestra narrativa nos justifica, le da sentido a lo que quizá sea un sinsentido. Ponemos piloto automático hacia el desastre.
Y aunque hallamos actuado en un sentido, reconsiderar ese sentido puede ayudarnos a mejorar el curso de nuestras acciones. Mejorar no es más que ampliar el universo de posibilidades disponibles ante una situación dada. Porque nunca podremos atisbar el futuro, sólo pensamos o intuimos como ha de ser a partir de nuestras acciones presentes. Caminamos en la oscuridad, apenas pudiendo ver nuestro siguiente paso. Y es allí donde tener claro nuestro norte, nuestro deseo de ser en el mundo, nos ayuda. No sé como describirlo, es conectarnos con esa sabiduría interna que ante una contradicción nos hace titubear. Nos está alertando que el camino que estamos pisando no nos lleva en la dirección donde está nuestro norte.
Esa intuición que nos dice "esta opción apunta a hacerme más feliz pero no está bien". Es identificar que lo que aparenta traer beneficios es quizá a la larga una vía de costo alto para nuestra alma. Aquí juegan valores como la integridad, la coherencia, la nobleza, la lealtad, el compromiso y el respeto. El amor profundo por el ser humano, que nos hace responsables de nuestras acciones y por tanto de las consecuencias que acarrean para otros. Y ser responsables trasciende a la culpa o al remordimiento. Ser responsables es hacernos cargo de las consecuencias que nuestros actos tienen para con otros, sobre todo si estos otros no pueden evitarse pérdidas o dolor. Y ser responsables requiere gallardía, fuerza interior y una capacidad de reconocernos capaces de errar.
Estamos interconectados, somos interdependientes. Así que en algunas circunstancias es mejor sacrificar ganancias personales aparentes de corto plazo, si existe la posibilidad de crear mayor bienestar futuro para el mundo de largo plazo. La interpretación egoísta nos lleva ordinariamente a mundos de ganancia aparente y que no pueden sostenerse. Es como robar mucho y luego pagarlo con la cárcel, creí que el beneficio valía la pena el riesgo porque sólo me decía que la consecuencia no me iba a suceder a mi. Actuar desde los principios quizá me hubiese ahorrado considerar siquiera el riesgo.
Somos como actuamos y actuamos como somos.

Todo estará bien, sin importar lo que pase

Debo reconocer que el título de esta entrada me resultó temerario. Es una declaración que muestra una certeza profunda y que cuesta afrontar. Quizá porque suelo identificarme con las relaciones causales, la lógica racional. Sólo que en mi aprendizaje personal la lógica no me permite interpretar al mundo de forma satisfactoria.
En el curso del último año he atravesado procesos que han sido devastadores para mi. Me quedé sin hogar, mi familia se separó, la mujer que amaba simplemente me abandonó, mi madre ya no recuerda quien soy, una pobreza material terrible me ha tomado por asalto, mis mejores amigos se han marchado del país y me vi forzado a regresar al hogar de mis padres luego de más de 25 años.
Quién me conoce profundamente sabe que he tenido un tránsito vital desastroso con el trastorno bipolar. Luego de años de terapia y medicación apenas si lograba sobrellevar las crisis depresivas. Pensé que era un reo con condena de muerte. No ha sido así.
Este momento de mi vida, cuando más vulnerable me hallaba, no arrasó con mi ser. Contrario a la lógica convencional, algo se recompuso en mi interior. Es como si mi confianza requiriese de un desafío mayor, que la sacara de la oscuridad del fondo de mi alma. Y nuevamente saltó a la luz.
Las condiciones no han cambiado. No me agradan las condiciones en las que vivo actualmente. Quiero poder vivir de nuevo en familia, quiero alcanzar la prosperidad que me ha acompañado en el pasado. Y no estoy destrozado por la tristeza, a pesar de la soledad.
Incluso cuando el dolor ha sido más intenso en estos últimos 10 meses, lo superé todo sin medicamentos. Medité cuanto pude. Y tuve que confrontar a mis demonios en la más absoluta soledad y tristeza. Y aquí estoy, no me marché.
Hoy fui al cine a ver una película sin más compañía que mi alma. Y disfruté la película a pesar de no poder comentarla con nadie al finalizar, como acostumbraba. Y caminé un largo trecho sin pensar en nada más que en las cosas que veía, la luz que rodeaba las cosas, el viento, los ruidos. Mi conciencia plena por unos instantes.
El país está en el momento más crudo de la historia que me haya tocado. Hambruna se murmura en las esquinas. El dinero no alcanza para nada. A mi también se me agota. Y no estoy angustiado por ello, por primera vez en mi vida. Algo extraño me ha sucedido.
Aunque quiero la familia que tuve, amo a la mujer que vivió conmigo durante casi seis años y me encanta vivir con mis hijas, no estoy apesadumbrado. Es como si mi alma tuviese la certeza de que este tiempo desagradable también terminará. Que esas alegrías perdidas también regresarán, sin importar mucho como ni cuando. Hay algo en mis entrañas que me dice que así será, el por qué lo desconozco.
Es para mi una experiencia nueva esta. La intuición me resultaba algo del tipo "no puedo creerlo" por ser algo esotérica. Ahora lo veo distinto. Es como otro plano de la "inteligencia" que hay en mi. Inclusive mis sueños ahora aparecen, los recuerdo al despertar. E interpreto su sentido, sin el cariz de premoniciones ni augurios, sino como una forma de aclarar mis pensamientos. Y mis emociones no suelen ser las tormentas que me aquejaban, o simplemente ya no me arrastran. Estoy viviendo mis días de forma un tanto diferente. Hasta mis dolores de cabeza se han esfumado, no totalmente más si de forma amplia y significativa. No tomo los medicamentos que durante años me fueron prescritos como indispensables. Y sigo cuerdo y aquí contra todo pronóstico de la lógica racional. Lo repito, es como si algo se hubiese recompuesto en mi alma. Al punto de que vuelvo a tener la ambición para construirme una vida mejor, con mi hogar y mi familia, cuando sea, con quien sea y donde sea.
Escribir esto me ha hecho tomar conciencia de lo importante que ha sido esta tormenta para hacerme mejor ser humano y más fuerte. Gracias