Debo reconocer que el título de esta entrada me resultó temerario. Es una declaración que muestra una certeza profunda y que cuesta afrontar. Quizá porque suelo identificarme con las relaciones causales, la lógica racional. Sólo que en mi aprendizaje personal la lógica no me permite interpretar al mundo de forma satisfactoria.
En el curso del último año he atravesado procesos que han sido devastadores para mi. Me quedé sin hogar, mi familia se separó, la mujer que amaba simplemente me abandonó, mi madre ya no recuerda quien soy, una pobreza material terrible me ha tomado por asalto, mis mejores amigos se han marchado del país y me vi forzado a regresar al hogar de mis padres luego de más de 25 años.
Quién me conoce profundamente sabe que he tenido un tránsito vital desastroso con el trastorno bipolar. Luego de años de terapia y medicación apenas si lograba sobrellevar las crisis depresivas. Pensé que era un reo con condena de muerte. No ha sido así.
Este momento de mi vida, cuando más vulnerable me hallaba, no arrasó con mi ser. Contrario a la lógica convencional, algo se recompuso en mi interior. Es como si mi confianza requiriese de un desafío mayor, que la sacara de la oscuridad del fondo de mi alma. Y nuevamente saltó a la luz.
Las condiciones no han cambiado. No me agradan las condiciones en las que vivo actualmente. Quiero poder vivir de nuevo en familia, quiero alcanzar la prosperidad que me ha acompañado en el pasado. Y no estoy destrozado por la tristeza, a pesar de la soledad.
Incluso cuando el dolor ha sido más intenso en estos últimos 10 meses, lo superé todo sin medicamentos. Medité cuanto pude. Y tuve que confrontar a mis demonios en la más absoluta soledad y tristeza. Y aquí estoy, no me marché.
Hoy fui al cine a ver una película sin más compañía que mi alma. Y disfruté la película a pesar de no poder comentarla con nadie al finalizar, como acostumbraba. Y caminé un largo trecho sin pensar en nada más que en las cosas que veía, la luz que rodeaba las cosas, el viento, los ruidos. Mi conciencia plena por unos instantes.
El país está en el momento más crudo de la historia que me haya tocado. Hambruna se murmura en las esquinas. El dinero no alcanza para nada. A mi también se me agota. Y no estoy angustiado por ello, por primera vez en mi vida. Algo extraño me ha sucedido.
Aunque quiero la familia que tuve, amo a la mujer que vivió conmigo durante casi seis años y me encanta vivir con mis hijas, no estoy apesadumbrado. Es como si mi alma tuviese la certeza de que este tiempo desagradable también terminará. Que esas alegrías perdidas también regresarán, sin importar mucho como ni cuando. Hay algo en mis entrañas que me dice que así será, el por qué lo desconozco.
Es para mi una experiencia nueva esta. La intuición me resultaba algo del tipo "no puedo creerlo" por ser algo esotérica. Ahora lo veo distinto. Es como otro plano de la "inteligencia" que hay en mi. Inclusive mis sueños ahora aparecen, los recuerdo al despertar. E interpreto su sentido, sin el cariz de premoniciones ni augurios, sino como una forma de aclarar mis pensamientos. Y mis emociones no suelen ser las tormentas que me aquejaban, o simplemente ya no me arrastran. Estoy viviendo mis días de forma un tanto diferente. Hasta mis dolores de cabeza se han esfumado, no totalmente más si de forma amplia y significativa. No tomo los medicamentos que durante años me fueron prescritos como indispensables. Y sigo cuerdo y aquí contra todo pronóstico de la lógica racional. Lo repito, es como si algo se hubiese recompuesto en mi alma. Al punto de que vuelvo a tener la ambición para construirme una vida mejor, con mi hogar y mi familia, cuando sea, con quien sea y donde sea.
Escribir esto me ha hecho tomar conciencia de lo importante que ha sido esta tormenta para hacerme mejor ser humano y más fuerte. Gracias