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Retrato de joven
Caracas, Venezuela
Hombre del campo
Sabana Redonda, Lara, Venezuela
Joven emprendedora
Impact Hub, Caracas, Venezuela
Mujer de Birongo
Birongo, Miranda, Venezuela
Retrato de la risa
Birongo, Miranda, Venezuela
Vivir en la tristeza
La tristeza no me agrada. Esta emoción me arrebata fuerza, se retroalimenta provocando pensamientos negativos u oscuros. Siento dolor a través de ella. Me percibo vulnerable y frágil. Me alejo del mundo y me torno solitario.
Trato de que no dure demasiado en mi. Me acosa cada día, está al alcance de cada paso y se sube a mi cotidiana lucha. Y alrededor mío las cosas empeoran, así que buscar oasis de alegrías, espacios donde refugiar mi alma, se torna más difícil.
Hoy me siento irremediablemente triste. Escribo para librarme de ello tan pronto como sea posible. No escribo para que nadie me lea, lo hago para exorcizarme.
La soledad me golpea y no hallo como remediarlo. Conozco a personas interesantes, joviales y optimistas. A varias de esas personas puedo considerarlas mis amigos, y no logro conectarme. Es como si algo impidiese a mi alma el disfrute.
También reconozco que extraño mucho lo que tuve, una familia. Quizá sea la trampa que me tiende la tristeza para apoderarse de mis días. Pero saberlo no me basta. Pues aunque acepto el hecho de que ese aspecto de mi vida cambió y me hago cargo de mantener los vínculos que puedo, esa ausencia aún la siento dentro.
Me he hecho más solidario con los desconocidos, con la gente de la calle que vive horas de angustia y miedo. Tiendo mi mano protectora y mi palabra de aliento. Esos instantes me siento útil y me olvido de mi. Dura poco y vuelvo a este espacio, el de mi soledad y tristeza. No me resigno, sigo intentando vivir contra todo pronóstico.
Amo a mi Gaby, Vero y Lola. Me conforta saber que están bien, sobretodo protegidas. Por mi madre no hay mucho que pueda hacer, la demencia senil es una suerte de infierno. Y por otra persona a la que aún amo, está más allá de mi alcance y yo merezco un trato mejor. En ese último caso espero que, para mí, su memoria se vaya al olvido. Así ya no sentiré más su ausencia.
Ya para este punto han cesado las lágrimas, creo que escribir me ha funcionado. Esta soledad, esta tristeza se han tomado un descanso a través de mis letras
Trato de que no dure demasiado en mi. Me acosa cada día, está al alcance de cada paso y se sube a mi cotidiana lucha. Y alrededor mío las cosas empeoran, así que buscar oasis de alegrías, espacios donde refugiar mi alma, se torna más difícil.
Hoy me siento irremediablemente triste. Escribo para librarme de ello tan pronto como sea posible. No escribo para que nadie me lea, lo hago para exorcizarme.
La soledad me golpea y no hallo como remediarlo. Conozco a personas interesantes, joviales y optimistas. A varias de esas personas puedo considerarlas mis amigos, y no logro conectarme. Es como si algo impidiese a mi alma el disfrute.
También reconozco que extraño mucho lo que tuve, una familia. Quizá sea la trampa que me tiende la tristeza para apoderarse de mis días. Pero saberlo no me basta. Pues aunque acepto el hecho de que ese aspecto de mi vida cambió y me hago cargo de mantener los vínculos que puedo, esa ausencia aún la siento dentro.
Me he hecho más solidario con los desconocidos, con la gente de la calle que vive horas de angustia y miedo. Tiendo mi mano protectora y mi palabra de aliento. Esos instantes me siento útil y me olvido de mi. Dura poco y vuelvo a este espacio, el de mi soledad y tristeza. No me resigno, sigo intentando vivir contra todo pronóstico.
Amo a mi Gaby, Vero y Lola. Me conforta saber que están bien, sobretodo protegidas. Por mi madre no hay mucho que pueda hacer, la demencia senil es una suerte de infierno. Y por otra persona a la que aún amo, está más allá de mi alcance y yo merezco un trato mejor. En ese último caso espero que, para mí, su memoria se vaya al olvido. Así ya no sentiré más su ausencia.
Ya para este punto han cesado las lágrimas, creo que escribir me ha funcionado. Esta soledad, esta tristeza se han tomado un descanso a través de mis letras
Llega la calma
Las ropas empapadas en agua y mar...
un frío que aún quema la piel...
los ojos pueden otear al horizonte...
los vientos ya no arrastran mi mente.
Ecos lejanos de truenos suenan menos amenazantes...
destellos leves de lo que antes relámpagos fueron...
una paz silente se acerca...
ya no llueve.
Los lodos apenas pueden entorpecer mis pasos...
aún con lágrimas los ojos, pueden mirar más lejos...
y camino, camino, lerdos mis pasos y resuelta mi alma...
he cruzado la tempestad más amarga.
Desorientado y golpeado por la batalla...
aún resiente mi cuerpo y mis entrañas...
cansado, desgastado, de poca fuerza mis manos...
sigo en la senda a la que un día llamaré destino.
Llegaré al hogar, cambiaré mis vestimentas...
nuevas ropas con que salir al sol, a tientas...
recordaré esta travesía, dejaré de pensar en galimatías...
seré precavido, habito tierra de tormentas.
un frío que aún quema la piel...
los ojos pueden otear al horizonte...
los vientos ya no arrastran mi mente.
Ecos lejanos de truenos suenan menos amenazantes...
destellos leves de lo que antes relámpagos fueron...
una paz silente se acerca...
ya no llueve.
Los lodos apenas pueden entorpecer mis pasos...
aún con lágrimas los ojos, pueden mirar más lejos...
y camino, camino, lerdos mis pasos y resuelta mi alma...
he cruzado la tempestad más amarga.
Desorientado y golpeado por la batalla...
aún resiente mi cuerpo y mis entrañas...
cansado, desgastado, de poca fuerza mis manos...
sigo en la senda a la que un día llamaré destino.
Llegaré al hogar, cambiaré mis vestimentas...
nuevas ropas con que salir al sol, a tientas...
recordaré esta travesía, dejaré de pensar en galimatías...
seré precavido, habito tierra de tormentas.
#SoyCoach de la escuela @startcoachingla #soyfeliz con este hito en mi camino a la grandeza, por alcanzar esta mejor versión de mi, con la confianza en mi mismo renovada. Abandonadas esas viejas interpretaciones del mundo que construí y abrazando con ambición un vasto océano de posibilidades. Gracias #amigos
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Dama Leo
Una silueta grácil e imponente en la llanura...
su rugir, una voz sin contendiente...
dulce con los suyos e implacable con el resto...
la miré una vez desde lejos.
Esa voz resonó por meses en los ecos...
de un silencio grueso que llevo dentro...
mi locura en su máximo quiso eso...
una voz que retumbara en mis anhelos.
Y tuve la osadía, no sentí miedo...
me acerqué a la leona que sola hallé un día...
la sorprendió quizá mi locura...
y quiso conversar conmigo en la espesura.
De otro león me habló en sus cuentos...
con él una cría engendró en sus encuentros...
madre la leona, buscaba sustento...
entretanto su cría se hallaba lejos.
Me perdí, no reconocí más que un amor naciendo...
me quedé a su lado, retocé con ella bajo los cielos...
me llené de estrellas, constelaciones y luceros...
me extravié en sus ojos, perdido en un amor bueno.
La cría de una fiera, también se hizo para mi, hija...
al fin construía mi manada...
una que me daba cobijo, seguridad y paz al alma...
la familia de mi añoranza.
Por un tiempo fui león...
tenía esa familia como manada...
miré de nuevo hacia el cielo...
tuve esperanza, nuevos sueños.
Más un día en su capricho, la fiera montó en cólera...
de un zarpaso me arrancó la piel, dejando desnudos los huesos...
rugió sobre mi cuerpo maltrecho, tomó su cría y se marchó lejos...
me hizo saber que no soy león para compartir su lecho.
Apenas arrastró mi cuerpo, lleno de heridas, casi muerto...
desamparado en la espesura, con mi manada dispersa...
respirar se hace difícil, mucho más hallar sustento...
me hubiese sido más fácil si en verdad me hallase muerto.
Si de esta agonía despierto en mi desierto...
tendré cariño conmigo, que soy animal bueno...
vagaré solo por un tiempo, para recomponer mis carnes...
hacer fuertes mis huesos.
Al final la felina es inocente, de su naturaleza cruel e hiriente...
al igual que yo soy inocente de creerme fiera...
siendo sólo un cervato, con el corazón viejo y demente.
su rugir, una voz sin contendiente...
dulce con los suyos e implacable con el resto...
la miré una vez desde lejos.
Esa voz resonó por meses en los ecos...
de un silencio grueso que llevo dentro...
mi locura en su máximo quiso eso...
una voz que retumbara en mis anhelos.
Y tuve la osadía, no sentí miedo...
me acerqué a la leona que sola hallé un día...
la sorprendió quizá mi locura...
y quiso conversar conmigo en la espesura.
De otro león me habló en sus cuentos...
con él una cría engendró en sus encuentros...
madre la leona, buscaba sustento...
entretanto su cría se hallaba lejos.
Me perdí, no reconocí más que un amor naciendo...
me quedé a su lado, retocé con ella bajo los cielos...
me llené de estrellas, constelaciones y luceros...
me extravié en sus ojos, perdido en un amor bueno.
La cría de una fiera, también se hizo para mi, hija...
al fin construía mi manada...
una que me daba cobijo, seguridad y paz al alma...
la familia de mi añoranza.
Por un tiempo fui león...
tenía esa familia como manada...
miré de nuevo hacia el cielo...
tuve esperanza, nuevos sueños.
Más un día en su capricho, la fiera montó en cólera...
de un zarpaso me arrancó la piel, dejando desnudos los huesos...
rugió sobre mi cuerpo maltrecho, tomó su cría y se marchó lejos...
me hizo saber que no soy león para compartir su lecho.
Apenas arrastró mi cuerpo, lleno de heridas, casi muerto...
desamparado en la espesura, con mi manada dispersa...
respirar se hace difícil, mucho más hallar sustento...
me hubiese sido más fácil si en verdad me hallase muerto.
Si de esta agonía despierto en mi desierto...
tendré cariño conmigo, que soy animal bueno...
vagaré solo por un tiempo, para recomponer mis carnes...
hacer fuertes mis huesos.
Al final la felina es inocente, de su naturaleza cruel e hiriente...
al igual que yo soy inocente de creerme fiera...
siendo sólo un cervato, con el corazón viejo y demente.
Malditos estos días de tormenta
Condena mi herejía si te place...
llévame al cadalso de tu condena...
que me importa a mi lo que piensen...
si vivo este suplicio, sufro mi pena.
Que ardan las piras, lluevan las piedras...
las promesas de ese Dios no existen...
son cuentos para un niño que ya no vive...
se han reventado mis cruces.
Un gancho clavado sobre el pecho,,,
se ha incrustado en la carne, el hueso...
las tiras de mi corazón ha desecho,,,
de un sólo tirón me ha destrozado.
Ardor, martirio, la jauría de mis demonios...
buitres, perros, ratas y toda alimaña...
se dan festín con lo que queda de mis entrañas...
el alma fresca y noble que se pudre en desaliento.
¿Por qué me mintieron con eso de ser bueno?...
no hay cielo, paraíso o premio, es engaño para ingenuos...
me ahoga la sangre espesa agolpada en mi garganta...
sólo oigo el jadeo moribundo de mi espíritu infecundo.
La vida entrega menos que lo que quita...
es una rosa marchita...
sin pétalos, colores o aroma...
sólo maledicentes espinas.
Promesas de amor, familias y besos...
embustes, vanas palabras, malhaya quien las dijera...
prosperidad, dicha, alegría...
ninguno de esos sabores sentir podría.
Maldita la hora de mis tormentos...
esta lluvia de tristeza putrefacta...
maloliente a alma descompuesta...
a sueños que ya no tengo, a esperanza muerta.
Desde el fondo de mi fosa clamo y nadie viene en mi auxilio...
el lodazal de esta congoja se aferra a mi cuerpo...
lo retiene, lo hunde, lo extingue...
de a poco lo va matando.
Esta es la muerte de un alma, la mía...
para dejar sólo un cuerpo vacío...
que coma, beba y respire...
sin sueños que lo inspiren.
Yo tenía fe...
hoy sólo escucho mi voz maldecir tormentas.
llévame al cadalso de tu condena...
que me importa a mi lo que piensen...
si vivo este suplicio, sufro mi pena.
Que ardan las piras, lluevan las piedras...
las promesas de ese Dios no existen...
son cuentos para un niño que ya no vive...
se han reventado mis cruces.
Un gancho clavado sobre el pecho,,,
se ha incrustado en la carne, el hueso...
las tiras de mi corazón ha desecho,,,
de un sólo tirón me ha destrozado.
Ardor, martirio, la jauría de mis demonios...
buitres, perros, ratas y toda alimaña...
se dan festín con lo que queda de mis entrañas...
el alma fresca y noble que se pudre en desaliento.
¿Por qué me mintieron con eso de ser bueno?...
no hay cielo, paraíso o premio, es engaño para ingenuos...
me ahoga la sangre espesa agolpada en mi garganta...
sólo oigo el jadeo moribundo de mi espíritu infecundo.
La vida entrega menos que lo que quita...
es una rosa marchita...
sin pétalos, colores o aroma...
sólo maledicentes espinas.
Promesas de amor, familias y besos...
embustes, vanas palabras, malhaya quien las dijera...
prosperidad, dicha, alegría...
ninguno de esos sabores sentir podría.
Maldita la hora de mis tormentos...
esta lluvia de tristeza putrefacta...
maloliente a alma descompuesta...
a sueños que ya no tengo, a esperanza muerta.
Desde el fondo de mi fosa clamo y nadie viene en mi auxilio...
el lodazal de esta congoja se aferra a mi cuerpo...
lo retiene, lo hunde, lo extingue...
de a poco lo va matando.
Esta es la muerte de un alma, la mía...
para dejar sólo un cuerpo vacío...
que coma, beba y respire...
sin sueños que lo inspiren.
Yo tenía fe...
hoy sólo escucho mi voz maldecir tormentas.
Sólo merece mi olvido
Entregué amor y compromiso...
a cambio me dio traición y desamor.
De una familia fui un padre...
para hoy vivir en la orfandad.
Tuve hogar, construí sueños...
ahora vivo en la pobreza.
Acompañé todas sus luchas...
abandonado, hoy enfrento las que son mías.
Confíe en sus promesas vacías...
quedó devastada el alma mía.
Di mi lealtad, fui sincero...
no la reconozco, se hizo egoísmo y hielo.
Qué fácil le resultó dejar de decir te quiero...
ni la costumbre sirvió para evitar su vuelo.
No quiere sostener mi mirada, hablar ya casi de nada...
cobardía, culpa, inmadurez o para ella mi amor no lo valía.
Como me duele esta herida...
como me arde por dentro...
porque es mi culpa haberla querido...
tanto, tanto, que aún olvidarla no quiero.
a cambio me dio traición y desamor.
De una familia fui un padre...
para hoy vivir en la orfandad.
Tuve hogar, construí sueños...
ahora vivo en la pobreza.
Acompañé todas sus luchas...
abandonado, hoy enfrento las que son mías.
Confíe en sus promesas vacías...
quedó devastada el alma mía.
Di mi lealtad, fui sincero...
no la reconozco, se hizo egoísmo y hielo.
Qué fácil le resultó dejar de decir te quiero...
ni la costumbre sirvió para evitar su vuelo.
No quiere sostener mi mirada, hablar ya casi de nada...
cobardía, culpa, inmadurez o para ella mi amor no lo valía.
Como me duele esta herida...
como me arde por dentro...
porque es mi culpa haberla querido...
tanto, tanto, que aún olvidarla no quiero.
Vivo esos días largos, cargados de soledad
Voy de un sitio a otro...
camino sin mucho ahínco...
saltando de un espacio al siguiente...
libre y silente.
Trabajo cada instante...
elaboro miles de cosas...
imágenes, ideas, frases...
todo vacío.
Alrededor veo ruinas...
una nación que se desmorona...
unos pasos que no son míos...
mis ecos ausentes y perdidos.
No hay voces que me distraigan...
un mudo zumbido está presente...
clama una vorágine de anhelos...
por una conversación cualquiera.
Así mis dedos deambulan...
pasando página tras página...
de una libreta en blanco...
de mi historia jamás contada.
Levantar la mirada y suspirar...
por recuerdos que ya no están...
una familia, unos abrazos...
la carencia de mi hogar.
Ánima en pena es mi símil...
expío pecados que no comprendo...
no encuentro justicia en tal condena...
de seguir vivo, aún cuando estoy muerto.
Vivo unos días amargos, cargados de soledad