Al verme, Lola, tus ojos brillaron y la alegría de un salto arropó mi cuerpo...
esa fuerza de tu abrazo, de estar colgando de mi cuello...
esa sensación de querernos sin darnos cuenta del tiempo.
Mi Vero, tu hermana de alma, también vibraba por dentro...
en secreto escribió algo sólo para tus ojos verlo...
porque te quiere y te ama, como sólo nosotros sabemos hacerlo.
Caminar tomados de la mano, en el bullicio del centro...
con nuestro ser todo concentrado en amarnos en silencio...
un calor de palmas que grita ¡Mira que te estoy queriendo!
Una tarde, risas, besos, cuentos y cuentos...
Vero y Lola no imaginan lo feliz que me siento.
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» Adoro los días sencillos, cargados de plenitud